
Encuentra a Cristo en la mancha de su plancha
Llevo los puños impecables.
Dios me visita los martes
mirando la novela
aliso sábanas, manteles y cuanto pecado se asome.
Las camisas de Ernesto y el Santo Sepulcro bajo una misma prenda.
Overlockeada por la fé.
Una bendecida del estampado.
Al Reino de los Cielos se lo visita de acrocel.
Creyente de la sisa y el mizal.
Ya es hora de enjuagar ángeles
y colgar apóstoles en el cuartito del fondo.
Dios escarba en los pespuntes.
«Porque no hay cosa que odie más que una plancha atea.»
HALLAZGO DE MARIANA BUGALLO
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