Por sugerencia a mano armada de mi médico, debo salir a caminar.
Confieso que no resulta ser la tarea más estimulante que transito -nunca mejor dicho-. Así que esquivando contemporáneos y baldosas flojas decidí sumar un objetivo a la rutina.
Como quién abandona pistas en un crimen, a partir de hoy, iré soltando ejemplares de mis libros, con la petulante intención de encontrar lectores.
Donde la impudicia me lo permita, dejaré la carnada.
Coordenada de hoy: Café Havanna. Hidalgo y Arengreen.