
¡Basta, chicos: yo no cogí con Cabak! No me llamen

TODAS MIS FOTOS EN BARCELONA
Recuerdos felices, carcajadas, bocas abiertas de asombro.
Turista, viajero, enamorado.
Ávido aprendiz con la boca llena de maletas.
Los balcones, sus barrios. El supermercado, el idioma, el Mediterráneo.
Los amigos, las caminatas, el Teatro.
Los libros, el invierno, la música.
Toca sobre esta imagen…
Hoy, al salir de un ensayo, ví como una empanada de carne ayudaba a un ciego a cruzar la vereda.
Fue en Juan B. Justo y San Martín. Y sé que era de carne, por el repulgue.
¿La empanada le habrá dicho al ciego: “voy vestido de empanada”?
Digo, porque a lo mejor, el hombre notaba que la voz venía atravesada por una tela, un filtro, una mampara.
O tal vez, no. Con el ruido de los coches, no sabía que estaba experimentando la antiquísima solidaridad que los bocados criollos tienen para con los humanos. Aunque éstos, claro, sean dentados.
Como sea. Que me arrepentí de no llevar una cámara fotográfica conmigo en ese instante.
Así que a partir de ahora, en este blog: sólo habrá fotos de mi autoría.
Hoy, que cumplimos un año en internet, me propongo testimoniar la bitácora pero tan sólo con fotos propias.
A ver si puedo cumplir…
Vivaldi
Los vanguardistas Ballets Suecos dirigidos por Rolf de Maré presentaban un espectáculo de dos Actos denominado «Relâche» (Descanso) resultado de una colaboración entre Jean Börlin, Erik Satie y Blaise Cendars.
Entre los dos Actos del ballet, Francis Picabia decidió insertar un intermedio cinematográfico destinado a
«hacer que el público salga de la sala».
Tras la presentación, «Entr´acte» adoptó el estatuto de obra autónoma, desprendiéndose del espectáculo al que servía de apoyo.
Noviembre de 1924, Théâtre des Champs Elysées
Schrödinger nos propone un sistema formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo dado y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y el gato muere.
Mientras no abramos la caja, el sistema, descrito por una función de onda, tiene aspectos de un gato vivo y aspectos de un gato muerto, por tanto, sólo podemos predicar sobre la potencialidad del estado final del gato y nada del propio gato. En el momento en que abramos la caja, la sola acción de observar modifica el estado del sistema tal que ahora observamos un gato vivo o un gato muerto.
Esto se debe a una propiedad física llamada superposición cuántica que explica que el comportamiento de las partículas a nivel subatómico no puede ser determinado por una regla estricta que defina su función de onda. La física cuántica postula que la pregunta sobre la vida del gato sólo puede responderse probabilísticamente.
«Cada vez que escucho hablar de ese gato, empiezo a sacar mi pistola»
STEPHEN HAWKING, aludiendo al suicidio cuántico.
Marcopolismo by Gaggioli Kehrig
Marriott Shanghái versus Axel Barcelona
No es el ángulo recto el que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas está hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein.
«La mano de Baldovina separó los tules de la entrada del mosquitero, hurgó apretando suavemente como si fuese una esponja y no un niño de cinco años; abrió la camiseta y contempló todo el pecho del niño lleno de ronchas, de surcos de violenta coloración, y el pecho que se abultaba y se encogía como teniendo que hacer un potente esfuerzo para alcanzar un ritmo natural; abrió también la portañuela del ropón de dormir, y vio los muslos, los pequeños testículos llenos de ronchas que se iban agrandando, y al extender más aún las manos notó las piernas frías y temblorosas. En ese momento, las doce de la noche, se apagaron las luces de las casas del campamento militar y se encendieron las de las postas fijas, y las linternas de las postas de recorrido se convirtieron en un monstruo errante que descendía de los charcos, ahuyentando a los escarabajos. Baldovina se desesperaba, desgreñada, parecía una azafata que, con un garzón en los brazos iba retrocediendo pieza tras pieza en la quema de un castillo, cumpliendo las órdenes de sus señores en huida. Necesitaba ya que la socorrieran, pues cada vez que retiraba el mosquitero, veía el cuerpo que se extendía y le daba más relieve a las ronchas; aterrorizada, para cumplimentar el afán que ya tenía de huir, fingió que buscaba a la otra pareja de criados. El ordenanza y Truni, recibieron su llegada con sorpresa alegre. Con los ojos abiertos a toda creencia, hablaba sin encontrar las palabras, del remedio que necesitaba la criatura abandonada. Decía el cuerpo y las ronchas, como si los viera crecer siempre o como si lentamente su espiral de plancha movida, de incorrecta gelatina, viera la aparición fantasmal y rosada, la emigración de esas nubes sobre el pequeño cuerpo».
+ Godard
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