2022: Torpe caramelo

UNO
CORNISA
1: De medio a medio, se equivoca. Trastabilla. Sólo el error lo aguarda. Se irá de bruces, puedo oírlo. Apartar la sal del océano sería tanto más sencillo, que detener su derrumbe. Morirá de sed, de ignorancia. No quitará más que orín de su copa.

2: Voy delante. Es usted mi mascota y bofe: su alegato.

1: Jubile a esas aves, confunde plumas con éxito. Ratón de fonda que suplica rechoncho, la muerte por escobazo. Ama usted morir.

2: Parlotea. No ha hecho usted, más que babear ataques de abuelita. Sus esbozos huelen a compota. Sobras, de mi banquete. Desforesta.

1: Me obliga a devorarlo. Márchese antes que mis sentencias perforen sus bolsillos. Y quede usted como Dios lo trajo al mundo y luego se disculpó. Recuerde, si alguna vez la tuva, la dignidad y líbrenos de mas bostezos.

2: Modula con la pretensión de una princesa, pero conjuga ingenio con los labios de un carnicero.

1: Es usted la catástrofe. Lleno de pulgas trae su bombín. Criminal, no cesa de aplastar al buen tino. Deberíamos llevar un silbato para domar su equino decir. Denos espacio para huir de sus boberas.

2: No me afectan sus bigotes, gato lacónico. Lleva el domicilio de los enrevesados. Dislate, es su apellido.

1: Nadie oye.

2: Desguace su anhelo de triunfarme.

1: ¡Merienda de pavo!

2: Lave sus trastos en otro cielo, aeromoza de tumbas.

1: Navega usted en camisón. Que no me relacionen con sus apetitos de aspirante.

2: Su idiotez no supera mis talones.

1: Su verba se adhiera como un siamés arrepentido. Es usted un niño destetado. Rencoroso.

(Los dos ancianos se han transformado ahora en palomas, que peleando por granos de maíz, mueren aplastadas por un camión recolector de basura.)

DOS
BAMBÚ
1
Tan del Instituto,
de la fotocopia doble faz.
Una tarde entera viendo Fitzcarraldo.
Las alfombras del auditorio en el quinto piso.
Percudida.
Alma Lugones

Tan desprovista.
Un tic en cada mano.
Una tenaza.
A la noche un té con leche.
Poco más.
Una pavadita.

2
Tan del batón.
Llevar un tropezón.
Un librito fallido
con esa editorial.
De la deuda.
Tan alma palabra

3
Tía. Batallón de tía.
Nació en Adrogué pero se crió en Sarmiento y Libertad.

El novio marinero.
«Hoy día ya nadie te abandona en barco.
Soy tan pretérita que me empaño», dice y repite.
Alma querida

4
Come de pie, pizza-maxikiosko
Extraña la Teen, la Mountain Dew.
En Pippo las raciones eran abundantes.

Mataría hoy por comprarse unas botitas.
Pero hace años
que la pobre
ni para atrás ni para adelante.

5
Alma manubrio
Mateyko una vez la atropelló con el auto.
Ahí se compró el monoambiente.
Alma salada
Alma perdón

Nunca un balcón en Mar del Plata.
El marinero
murió 200 años antes de conocerla.
Alma silencio.

6
No hay tobagán que no la suicide.

TRES
JUSTICIA
El día que me hieras
convenceremos a Julio Cortázar que su único oficio ha sido siempre el de boxeador.
Que le resulta intolerable el olor de la tinta.
Que no lo despiertan los cuadernos, ni los discos de jazz.

Samuel Beckett es una vieja que no hace más que rebanar y tostar panes.
No corro ningún riesgo.
Manuel Puig jamás ha escrito ni jota.

Ningún camino te traerá de regreso.

2
Chirridos.
La radio no trasmite más que gallos y vidrios estrellados.
Ninguna melodía conseguirá recuperarte.

De cada esquina, he borrado las flechas que apuntan a mi puerta.
Le he cruzado los ojos a La Virgen para que no pueda auxiliarte.

No tendrás paredes donde lloriquear.
Porque no llevo hombros ahora.
Me los he arrancado.

Tus falanges son de goma.
No treparás nunca a mi balcón.
Estoy blindado.

Cada timbre de esta casa ha muerto ahogado.
Cada picaporte incrementa tu derrota.
Cada divorcio de esta ciudad lleva tu nombre.

3
La sangre no es más que pasto.
Y una helada, ha descuartizado a los insectos.

No podrás preguntar mi paradero.
Me he vuelto indefinidamente extranjero.

He soltado a los mapas, y se han volado.
Han llenado de crías a las palomas.
Esas putas, las palomas, siempre la has perseguido.

Como ves, lo tengo resuelto.

4
El perro no deja de morderte.
Las moscas: de insultarte.
Toda la Mesopotamia se ha puesto de pie para maldecirte.
El color es blanco y tu única suerte: negra.

Los japoneses planean asesinarte a mandarinazos.
Los delfines te sacan la lengua.
No podrás servir la cena sin revolcarme en mi memoria.

Papito.

CUATRO
SPOILER
1
Harta de requisitos, Cenicienta se ha vuelto zapatera.
Dumbo, hoy, es afinador de pianos.
Daisy fue nombrada empleada del mes en el Mc Donald de Constitución.
Y Pinocho puso una playa de estacionamiente.

Paturuzú almuerza con Luciano Benetton.
Gasparín se pegó un palo con la moto y ya no está entre nosotros.

Y San Martín reparte chanchos a domicilio.

2
La salud de muertos hijos.
– “¡Abuelita, que orejas tan grandes tienes!”
– “Para operarte mejor.”
Me importa un bledo si el lobo no lleva preservativos en la canasta.
Reescriban ese cuento.

El Edén es un desvío en la Ruta 2.
Gracias, Gándara.

Somos Starsky & Hutch tras el pecado universal.
Hemos lanzado demasiadas pelotitas de tenis contra Jaime Sommers.
Hansel & Gretel se han vuelto sibaritas.

Blancanieves ha muerto ahogada por su estola.
La muy idiota, intimó con Dios y María Santísima.
Una desclasada, que bien merece una paliza.

Ya no hay Roviraltas contra los ceniceros.
No reconocerás a Shakespeare cuando compres peras en el mercado.
Nadie escapa a Emilio Disi.

CINCO
MÉDANO
1
Limpiar el Taunus
Tener una quinta.
Soltar de vez en cuando la palabra: surmenage,
África-look.

Darle a la porcelana fría categoría de religión.
Comprar quesos en la ruta.
-porque los hace una familia muy limpita.-
Cursos del papel glasé.
-porque ahora viene metalizado.-

Vaciar los TDKs.
Un domingo entero grabando enganchados.
Manuela Bravo.
El dúo Candela.
-porque son de Lanús-

Pasearse con una bufanda escocesa por el nuevos jardines de ATC.
Criticar en los ascensores:
«El Administrador nos roba»
Mandar los chicos a judo.

Dibujar una carita en la arena.
Los días de lluvia ir hasta San Bernardo
a comprar pulloveres.

Hacer practicar al nene en la playa.
La Señorita lo dijo clarito.
Aprende los diptongos, o repite.
Basta de Disco Rojo, gastan un platal en fichines.

2
El crochet es un gran compañero.
Siete cuellos, me mandé.
Me los sacaban de las manos en la feria.

“Piba“, me decía el hippie.
“Dejámelos, y después te llevas una carterita.
De las chicas.“

“Eso es un sobre“, le dije.
“Cartera es con correa para llevarla al hombro.“
Siete cuellos por un sobre.
¡Me revientan que me quieran explotar!

3
Se lo llevé al Hermano Miguel.
¿Sabés qué me dijo?

«Torso completo. Y con manguitas.
Cuellos solos. ¿Qué hago con esto?
Son para el frio.
Mis pobres no van a un desfile en la Ciudad Deportiva de La Boca.
Terminalos, y después tráemelos.»

Me dio una furia.

“Lávese la sotana. Y dígale a las monjitas que la dejen al sol
para que le saque el olor a humedad.“
No quise decirle transpiración,
porque me pareció mucho perderme el cielo por un curita mandón.

Son una casta.
Se manejan como si fuéramos un pan dulce.
Por dentro lo reputeé.

Después a la noche me mandé tres Padrenuestros y un Avemaría.
Miento. Siete.
Uno por cada cuellito.
Siete, uno por cada puteadita.

Pero Dios me castigó.
Sí. Me pegó la costumbre.
Crochet que agarro, le entro a dar al salesiano.
Que punto para la derecha, le rajo una.
Que punto para el revés, le suelto otra.

Cosas chicas, agravios veniales.
«Socarrón», «Carcamán», «Badulaque».
Cosas así.

Si le llega la mitad de mis maldades,
a fin de año termina en Córdoba reponiéndose de los nervios.

“Bandido“, “Sotreta“, “Babieca“, “Papanatas…“

4
Con esto de los insultos, ya me mandé dos saquitos
-uno verde y otro rojo- escote en V.
Guantes: cantidad
Orejeras para el frío.
Y hasta el Bobby ligó una capita.

Magia.
Con lo que ahorré me compro una cartera de cuero cuero.
Con los zapatos haciendo juego.
Con manija doble.
Me la puedo cruzar. Es de las que se ajustan.
¡Y no un sobre!

Roque dice que este verano haga sombreros.
Que salen mucho.

Vamos a ver a quien le dedico mis proyectiles.
Porque todo no puede caer sobre el padrecito.

“¡El que no salta es un inglés!
¡El que no salta es un inglés!“

La Thatcher, ahí tenés.
Me pidieron una bandera para la Escuela de los chicos.
Con Gran Malvina y Soledad.
Toda en crochet.

5
¿Querés un sanguchito?
Limpiar el Taunus
Tener una quinta.
Soltar de vez en cuando la palabra: «surmenage«,
«África-look«.

6
Sí, Malvina. Como Pastorino.

SEIS
RELINCHO
1
Tan de los flecos tu prima.
En la estación.
Toda groncha.
Los rayos de las bicicletas doblados.
Un barrial.

Tu mamá se agarraba la panza.
“A la miseria dejó las begonias.“
El Galtieri jodió toda la noche.
¡Cómo ladra!, ni con la zapatilla logré.

Yo le pongo la tele, y se calma con Berugo.
Este perro se adelantó de vida.
Es un Profesor Universitario.
Yo le pongo un libro y me lo lee.
Estoy segura.

2
Laringitis, dijo.
Estudió años.
Años de años.
No se recibió. Ahora se da maña.

Nos colocó el cerramiento en la piecita del fondo.
Yo le convidé el almuerzo.
Un muchacho educado.
Una platita nos cobró.
Prudente.

Laringitis, dijo.
Tomate 3 de las verdes y una roja cuando llueve.
Y Santo Remedio, Santas Pascuas, San Seacabó.

3
Las cejas finitas, como Laura Hidalgo.
Nunca me las depilé.
Me las arqueaba.
Con fuego trabajaba el Daniel.
Un artista.
¡Qué barrio supimos tener!

Un médico que era un técnico mecánico.
Un coiffeur que dibujaba con fuego.
Y un perro con el inteligencia de un Premio Nobel.

Yo se, los militares estaban bravísimos.
Pero el montogomery, no me vas a decir.
Ni punto de comparación.
Créditos a sola firma.

Ibámos a Pompeya, y volvíamos todos vestidos.
Pulloveres a mano.
La bufanda escocesa.
¡Qué linda época!

4
Los alfajores de mi suegro.
De higo, los hacía.
Los plantaba en enero.
Para todo el año.

Al principio se le retobaba.
No le daba frutos.
Una planta jodida.

Entonces agarró al mío. Al mas chiquito.
«Fernando, venga con el abuelo.»
Recién volvía de judo, el mío. Todo transpirado.
Lo alza y le dice:
«Abrazá a la higuera
y decile que te vas a casar con ella.»

No entendía nada.
“¿Al árbol le tengo que decir eso?“
Me miraba, pobrecito
La inocencia de las criaturas.
Pero le hizo caso.

A partir de ahí.
Creer o reventar.
Todos los años.
Explota esa higuera.

En Pentecostés, lleva frascos y frascos al Templo.
Dulces.
Se le caen.
Dice que si no se los saca,
corre riesgo de derrumbe.

Un poco exagera.
Saca buena cantidad, pero no son tan dulces.
Les mete azúcar.

“Chau, Savoy“, le digo.
Me hace acordar a la confitería
cuando lo veo pasar con los frascos.
Con la gorrita escocesa.
¡Qué linda época!

SIETE
DENTADURA
1
Un gran voyeur.
Los talones,
Las nalgas,
Las celulitis.
Los tiburones nos espían,
muerden poetas.

Encontrarse a Julio Verne mar adentro,
acariciando ballenas.
A un rey se lo mide por sus tentáculos.

2
Un gran kosher.
Los escenarios,
Las barbas,
Las cistitis.
Los tiburones nos espían,
muerden polenta.

Encontrarse en Falabella, un mar de gente
acariciando variables.
Al rey Midas se lo olvida por los tentáculos,
sus espectáculos.

3
Un teléfono puede ser un dragón.
Una llamarada en cualquier momento.

Ocultarse en las portadas de los diario.
Aprender ajedrez en el tablero de Instagram.

Jugando al huevo podrido,
¿quién no hierve a un policía?
La penitenciaría de Don Mateo.

4
El teléfono puede ser un escondite.
Un gato adentro.
Quien roba un Japón tiene cien años de dragón.
Godzilla.
¿Quién no hierve un Godzilla?

5
La diva del teléfono peronista.
Las listas negras.
La vejez no viene soda.
La cabeza tomada por el tinto.
El silencio contra el borde de la mesa.
Fanny.

6
Un gran crochet.
Guisos termonucleares.
Pucheros cautivantes.
Terciopelos bíblicos.
Batato para mí, Batato para todos.

7
Un astronauta murmulla en mi sopa.
La perra Laica y el perrito Moreno.
La traición de Rita Legrand.

Los Calabró, en la Avenida Colón de Mar del Plata.
Con los pelos volados.
Avenida Calabrón.

8
Vender ensaladas de frutas en la Facultad de Sociología, como si fuera Tailandia.
El lago di Como. Leonardo Di Caprio.

Vender asado en una tira de Migré.
Partir espejos en Lomas del Mirador,
como si el cielo fuera una pata de pollo.
Adiós, Polino.
El Policlínico de Lanús.

9
El naufragio de mamá.
María Arroza Gallo, teatro doble cero.
Un tranviado llamado de sémola.
Los árboles mueren de miel.

El día que Medeas.
La travesti biónica.
El Freud por la boca muerde.
Adán y Beba, ópera pocha.
Opípara.

10
Todos los rodetes conducen a Eva.

OCHO
REBOZO
1
El cielo se ha vuelto insostenible,
los ángeles deben adelgazar.

Lípidos codician bisturíes.
¡Qué hipo!
¡Qué rumancia de selva negra!

Un yogurt delante del espejo.
Un camión de pecados sobre ese canapé.
¡Apártese! ¡No lo toque!
Se hierve el Diluvio Universal sobre en un plato de fideos Matarazzo.

2
Moises y su tabla Sagrada de Calorías.
Ensaladas de párpados.
La rabia en dos paquetes de yerba.
La censura envuelta en un alfajor.

Un monte de chocolate por nuestras hidalguías.
Empanadas de vigilia arponeadas en los confesionarios de Santa Rita.
Manejamos la balanza a los sopapos.

3
Las ideas explotan como berenjenas en el paladar.
La inspiración es efervescente.

Caballeros frescos,
jugosos,
de estación.
Mancebos levemente freídos al ajillo.

Cucharadas de bibliotecarias.
Ingenieras al oporto.
Actrices de limón.

Porciones evangélicas.
Guarniciones irreprochables.
Frugales cadáveres de la disciplina.

4
Escapa Dios de su inexistencia por vernos entrenar.
Nos masturbamos en un festival de fibras,
claras de huevo y aminoácidos.

Meamos kriptonita.
No cabe el corazón en nuestros pectorales hiperdesarrollados.

El Infierno está colmado de lunes.
Los Dioses con bolsitos van al Gym.

5
Sólo somos los kilos que perdemos en Megatlón.

NUEVE
REPERTORIO
1
Yo tenía 12 años cuando lo mataron a Tachito Somoza.
Estábamos de vacaciones. En Asunción.

La tía Pituca salió en la tele.
Ardida de celos estaba porque explotó a dos cuadras y no en la esquina de su casa.

Mandioca, la prensa amarilla.
Una nube de llagas, mi tía.

– “¡Qué magnífico su entierro, Anastasio!“
– “¡Buenísimo el suelo, Don Alfredo!“

Unplugged ñandutí,
en un abril y cerrar de ojos.

2
Esparciré mis sílabas de alambre.
Incrustaré mis vísceras de paloma en misa entre tus alpargatas.

Recorreré las sábanas,
los purgatorios,
los diptongos.

3
Trastabillo delincuentes.
Empapo tu remera, y me oculto.
Me aparto en tablas de queso y surf
cuestionando mi hidalguía.

4
Lo invitaría a tomar un café automático, ahora mismo,
sino fuera por los accidentes que están a pedir de Boca Juniors.

Salir descocados del Tabaris en la voiture de luxe de papá.
“Anda resbaladiza la nuit“, mi rey.

Detrás de cada Elizabeth Taylor hay un solo Michael Jackson.

5
Le pido santo y seña a tu escritorio.
Busco el infinito
dando vuelta a los peces.

Abro el grifo
y me sumerjo en las manos de un pájaro.

«Novia peronista”, me gritan de todos los balcones.
Cristo va al psicólogo y Hamlet leyó la obra.

6
Tengo párpados de fuego
y tú me alarmas.
Intentas detenerme.
Enjaular al dragón, torpe caramelo.

7
No se ha caído nunca el cielo.
Jamás.
Ni porque te hayas ido,
ni porque estemos malditos.

Soy la bóveda estampada de tus sueños.

8
Hay corbatas que pesan millones.

DIEZ
SURUBÍ
1
Cargo verbos,
arrastro sustantivos como un condenado a sus grilletes.
Adjetivos, adverbios son moscas en mi infección.

Lanzo parlamentos
y con soltura rocío peroratas.

Pero ni palabras,
ni pausas
me pertenecen.

Una trama eléctrica circula por mis nervios.
Las fronteras de la razón me han sido martilladas.

2
Mi zapatito de cristal se desprenderá a las doce campanadas.
Aunque lo aferre con clavos a mi tobillo,
inexorable dará rienda a mi tan predecible Segundo Acto.

Y el Príncipe
-ese actor de poca monta-
podrá desplegar su hidalguía, coqueta por de demás,
apilando, ciego, mis aburrimientos.

Ni perdices ni palacios.
Felices, un comino.

3
Con todas mis fuerzas y horas
destino mi existencia a combatir la literatura.
Pero en vano han sido mis destrezas.

Antón Chejov golpea la puerta de mi baño,
si por un instante demoro su escena en el desayuno.

Insiste William Faulkner en arrastrarme por todo Mississippi,
cuando en mi vida no he salido de San Juan y Boedo.

Me hostiga un tal Belisario Roldán
para que ejecute, exacta, sus versos en un tablado de San Andrés de Giles.

4
Bolígrafo en mano,
una y otra vez he pergeñado mi fuga.

Pero la tinta no me obedece.
Este alquitrán se me ha adherido y no hay raspaje que me libere.

Fiel a la más estúpida de las tramas,
me hundo en los mares negros de la ficción.

5
Me llamo Surubí Maidana y ésta es mi novela.
O lo que no me atrevo a llamar vida.

FIN

BODEGA

UNO
PITIPITI
Loca por la dactilografía.
Pitman. Si hasta un Pittsburg se compró.
ASD todo el día.
Casi me la echan por discriminar a una compañerita.
En casa está prohibido ese nombre.
Se pone como una llamarada.
No se de dónde le viene tanta furia.
Endemoniada, me dijo el médico.
Porque con mi marido, la hicimos tratar.
Pero no hay modo. No entra en razón.
¿Y al fin y al cabo, a quién daña?
Un poco de carbónico.
¿A quién perjudica, me decís?
Ni la limonada me acepta.
Se puede estar cayendo el cielo.
Que ella. Tiquititaquititac.
Todo el día.
El abuelo dice que es su arrorró.
¡Pin! Odiaba ese ruidito.
Salto de renglón.
Peso sobre peso para comprarle la Commodore 64.
Y ahí está, muerta de risa, sobre el aparador.
Yo a veces paso, y la plumero delante de ella.
Usala vos, me dice.
Como si yo, qué.
Para qué la quiero.
Para anotar el fiado de Don Raúl.
Todo en la cabeza.
El mejor monedero de una ama de casa es saber cuantas milanesas freír.
Porque yo no soy de esas que amarretean.
Nadie se me levanta con hambre de esta mesa.
Pero tampoco estamos para andar desperdiciando.
Por más católicos que seamos.
No quiero el Papa-móvil en medio del living acusándome.
ASD
ASD
¿La oís?
Lo hace a propósito no quiere que hable de religión,
y menos por la tele.
DOS
ALÍCUOTA
Usted es usted, y apenas lo contradigo.
Pero yo seré usted, si lo permite.
Y usted, ¿quién otro?,
sino mi último abandono.

Jurarle bastará, que no regresaré.
A menos que usted
gentilmente
permanezca único en mi escape.

Pues no cabe mi regreso,
sino para olerme los sobacos
en sus entrañas.

No alquilo, mi amigo, sino mi nombre.
No bebo, sino en su boca.

Usted es displicente con mi pedido,
y no lo esconde.

Sin embargo no escucho uno solo de sus reproches,
cuando a la noche
lo habito por completo.

¿O es que simula enojo,
para asegurarse
una butaca en mi desesperación?

Infierno éste,
el de habernos separado.
Comulgar se ha vuelto
tarea de titanes.

Sin mis párpados chocaría usted con sus muebles.
Sin su muerte, juraríamos todos
haberlo parido.

TRES
SOSPECHO
1
Permítame, Ingeniero, que de sus planos sospeche.
De tamaña seguridad, escape.
Guarde la escuadra y su merienda
Conserve, lúgubre, sus cálculos.
que no seré comensal en su festín.

Resérvese el candado,
sus porfiadas leyes de Pitágoras,
la fatal fortuna de sus clavos.

Que yo, me quedo con la duda.
Con la insatisfacción
y con la falta.

Que abandono la paz coliria de sus cuadrículas,
la siempre arquitecta luna de sus lápidas.

Que la aventura me atropella las sienes.

2
Ríase, Ingeniero, del aroma del permiso,
de las fórmulas desaprensivas de los nudos.

A carcajadas,
destroce la magia previsible de sus broches,
de las escarapelas.

No conciba al cuadrilátero sin sus dardos,
sin la posibilidad del rayo.

Que el invierno jamás sostendrá su abrigo,
que no habrá cinto que ajuste tanto trigo.
que jamás nunca;
nunca no
despierte olvidando su colmillo.

Que la miel chorrea imprevisible,
que las llagas nacen,
corren desgraciadas.

Que estropean las torres,
las armas,
las guirnaldas.

3
Ingeniero, cambie esa cara.
Recupere la osadía.
Gire la impaciencia, y los picaportes.

Que allí, en el umbral, detrás de su oponente,
el sueño velará su infarto.
Su nítida estadía.

4
Ingeniero, venga.
Relámase entre las hojas frescas de la vacilación,
entre a las cuevas tuertas del abismo.

Que Cristo nos ha puesto de pie.
¿Y qué esperamos nosotros,
usted y todos,
para soltarnos a bailar?